¿Pero dónde estaban aquella pandilla de niñas? y con pandilla de niñas me refiero a Lourdes y a sus amigas que aunque tuvieran mi misma edad, tenían siempre su punto infantil ese que todos tenemos y que solo mostramos con las personas en las que confiamos. Me iba a dejar los ojos, no la veía por ninguna parte, era de esas veces en las que miras y miras y de tantas ganas que tienes de ver lo que esperas no ves nada, es tu mente la que no te deja ver lo que quieres.
Escuche una voz que parecía que pronunciaba mi nombre, parecía la voz de Lourdes pero no lo podía asegurar con tanto ruido que había en aquel lugar. Gire mi cabeza y si allí estaba, estaba con aquel grupo de chicas a las que no les había pasado nada y menos mal de pasarle algo no sabría como habría reaccionado después de todo lo que ya había vivido o parecía que lo había vivido, cosas raras sin explicación que solo parece que me ocurren a mi y que había que aprender a vivir con ella.
Corrí hacia ella y solo me salio abrazarla, esos impulsos que poco sabes de ellos pero que salen en momentos que no los esperamos y ¿qué mas da lo que digan de ellos los demás?
Aquel abrazo acabo pronto, ya no me acordaba de aquel humor tan agrio que la caracterizaba, ya me venían algunos recuerdos juntas. Me separo de ella.
-¡Quita!-me dijo apartándome de ella-
-O no sabes quien soy o sigues teniendo el mismo carácter rancio y asqueroso de siempre
-le dije con cara de oler-
Oler para nosotras era cuando nos peleábamos y sacábamos morro, el típico morro que nos sale a todos para manifestar que nos a sentado fatal, eso es bautizado por nosotras como 'oler'.
-¿Marta?-me preguntó-
-Sigues igual maja, primero estufeas y luego...-le dije con rintintin-
Creo que todavía no habéis tenido el gusto o la pesadilla de saber como era Lourdes, ella era una de esas personas que tienen un carácter difícil no, diferente. Ese que cuesta pillar pero que aun no pillandolo al ser raro se le coge cariño. Así era ella, se lo cogía cariño muy fácilmente eso si, había que saber como tenerselo porque las dos juntas eramos una bomba, si nos lavábamos bien aquello era la repanocha ahora como no hubiéramos peleado, como la mayoría de las veces, aquello se convertía en una batalla de indirectas, unas iban y otras venían eso si, siempre con unas risas al terminar cada una de ellas y era curioso porque si una decía una de ellas la siguiente indirecta tenía que ser como mínimo el doble de grande. En resumen, enfadadas también eramos únicas porque hablar de nosotras sin hablar de peleas no sería nuestra amistad.
Y si hablamos de su estilo y apariencia se puede decir que... damos gracias a que para salir pedía consejo para vestirse y peinarse, aquella estilista que se gobernó para aconsejarla debía de ser una santa por soportar a la cabezota de Lourdes. Eso si, no hacía su trabajo como nadie, no parecía ella, llevaba una camiseta blanca, unos jeans y lo más impresionante unas cuñas, lo dicho quien la ha visto y quien la ve, aquella metamorfosis estaba haciendo efecto, es mas aquella eterna coleta que la acompañaba a todos lados había desaparecido, llevaba el pelo suelto y listo, ¿peluquería?
Lo dudaba, aquella boja de pelo solo lo podía manejar aquella estilista y debía de ser profesional y con una paciencia infinita.
Pero todavía me resultaba raro todo aquello, aquello lo había vivido por segunda vez pero de distinta manera, ¿y Lourdes? ¿por qué había aparecido? y mas en aquel momento con todo el lio que teníamos en casa con la nueva incorporación al piso de la numero 'pi' y Carlos, era todo muy raro,pero claro ya estaba acontumbrada, yo era de las personas que podía perfectamente estar una temporada sin que le pasara nada que se le acumulaban los acontecimientos todos de golpe.
Lourdes, sus amigas y yo nos montamos en mi coche y nos fuimos a la
Cafetería Hotto, allí estuvimos hablando horas hasta que llego el momento en el que nos quedamos Lourdes y yo a solas y su cara era un tanto rara, parecía que me quería comentar algo pero no se atrevía así que fui yo misma la que la animo a que me lo dijera.
-Venga va Lourdes suéltame lo que me quieres decir -le dije siendo directa-
-¿Cómo? ¿a qué te refieres Marta?-me dijo disimulando-
-Venga va Lourdes, se nota a kilómetros que me quieres decir algo pero no te atreves, arranca sin miedo, suéltalo.-le insistí-
-Tienes razón Marta veras, hace tiempo que vine aquí y bueno como tú creo, vine sola, alejándome de lo que teníamos allí en España e intentando crecer como personas y empezar de cero con otras personas e intentar borrar algunas de aquellas que hayan podido hacerme daño -decía hablando con la cabeza agachada y sin mirarme a los ojos- pero tan de cero quise empezar que no fui consciente de lo que podía perder y aquí si, encontré a gente pero, me encontraba sola y no pude ni puedo en estos momentos crecer como en principio pensaba que haría.
-¿Y que te pasa ahora? dime -le interrumpí viendo que se le hacía un nudo en la garganta del que no se podía librar-
-Quisiera pedirte una cosa -levanto la cabeza y me miro fijamente-
-Adelante
-Quisiera dejar la viviendo en donde estoy viviendo e irme contigo a vivir a ese piso que se que compartes con 2 chicos -volvió a bajar la cabeza-
Mi cara era un poema, en el se podía leer cientos de miles de cosas, ¿qué contestaba a eso? ¿una más? En esos momentos me sonó el teléfono era mi queridísima número 'pi', no quería contestar, aquello me parecía de mayor importancia y colgué.
-No se que decirte Lourdes
-Si no quieres lo entiendo Marta, se que te estoy pidiendo algo comprometido decía sin despegar su mirada de la taza del café y la mesa de aquella Cafetería
-Mira que hora es, hacemos una cosa te apunto en este papel mi número de teléfono me lo pienso, lo pongo en común con mis compañeros y lo hablamos.
Ella se levantó y se dirigió al aseo, en ese momento volvió a sonarme el teléfono volvía a ser número 'pi', quería que apareciera urgentemente en el piso, allí le deje el papel con mi móvil y una posdata.
Anímate a comentar este capitulo con el hashtag: #EEC11
@LaaCortes
Escuche una voz que parecía que pronunciaba mi nombre, parecía la voz de Lourdes pero no lo podía asegurar con tanto ruido que había en aquel lugar. Gire mi cabeza y si allí estaba, estaba con aquel grupo de chicas a las que no les había pasado nada y menos mal de pasarle algo no sabría como habría reaccionado después de todo lo que ya había vivido o parecía que lo había vivido, cosas raras sin explicación que solo parece que me ocurren a mi y que había que aprender a vivir con ella.
Corrí hacia ella y solo me salio abrazarla, esos impulsos que poco sabes de ellos pero que salen en momentos que no los esperamos y ¿qué mas da lo que digan de ellos los demás?
Aquel abrazo acabo pronto, ya no me acordaba de aquel humor tan agrio que la caracterizaba, ya me venían algunos recuerdos juntas. Me separo de ella.
-¡Quita!-me dijo apartándome de ella-
-O no sabes quien soy o sigues teniendo el mismo carácter rancio y asqueroso de siempre
-le dije con cara de oler-
Oler para nosotras era cuando nos peleábamos y sacábamos morro, el típico morro que nos sale a todos para manifestar que nos a sentado fatal, eso es bautizado por nosotras como 'oler'.
-¿Marta?-me preguntó-
-Sigues igual maja, primero estufeas y luego...-le dije con rintintin-
Creo que todavía no habéis tenido el gusto o la pesadilla de saber como era Lourdes, ella era una de esas personas que tienen un carácter difícil no, diferente. Ese que cuesta pillar pero que aun no pillandolo al ser raro se le coge cariño. Así era ella, se lo cogía cariño muy fácilmente eso si, había que saber como tenerselo porque las dos juntas eramos una bomba, si nos lavábamos bien aquello era la repanocha ahora como no hubiéramos peleado, como la mayoría de las veces, aquello se convertía en una batalla de indirectas, unas iban y otras venían eso si, siempre con unas risas al terminar cada una de ellas y era curioso porque si una decía una de ellas la siguiente indirecta tenía que ser como mínimo el doble de grande. En resumen, enfadadas también eramos únicas porque hablar de nosotras sin hablar de peleas no sería nuestra amistad.
Y si hablamos de su estilo y apariencia se puede decir que... damos gracias a que para salir pedía consejo para vestirse y peinarse, aquella estilista que se gobernó para aconsejarla debía de ser una santa por soportar a la cabezota de Lourdes. Eso si, no hacía su trabajo como nadie, no parecía ella, llevaba una camiseta blanca, unos jeans y lo más impresionante unas cuñas, lo dicho quien la ha visto y quien la ve, aquella metamorfosis estaba haciendo efecto, es mas aquella eterna coleta que la acompañaba a todos lados había desaparecido, llevaba el pelo suelto y listo, ¿peluquería?
Lo dudaba, aquella boja de pelo solo lo podía manejar aquella estilista y debía de ser profesional y con una paciencia infinita.
Pero todavía me resultaba raro todo aquello, aquello lo había vivido por segunda vez pero de distinta manera, ¿y Lourdes? ¿por qué había aparecido? y mas en aquel momento con todo el lio que teníamos en casa con la nueva incorporación al piso de la numero 'pi' y Carlos, era todo muy raro,pero claro ya estaba acontumbrada, yo era de las personas que podía perfectamente estar una temporada sin que le pasara nada que se le acumulaban los acontecimientos todos de golpe.
Lourdes, sus amigas y yo nos montamos en mi coche y nos fuimos a la
Cafetería Hotto, allí estuvimos hablando horas hasta que llego el momento en el que nos quedamos Lourdes y yo a solas y su cara era un tanto rara, parecía que me quería comentar algo pero no se atrevía así que fui yo misma la que la animo a que me lo dijera.
-Venga va Lourdes suéltame lo que me quieres decir -le dije siendo directa-
-¿Cómo? ¿a qué te refieres Marta?-me dijo disimulando-
-Venga va Lourdes, se nota a kilómetros que me quieres decir algo pero no te atreves, arranca sin miedo, suéltalo.-le insistí-
-Tienes razón Marta veras, hace tiempo que vine aquí y bueno como tú creo, vine sola, alejándome de lo que teníamos allí en España e intentando crecer como personas y empezar de cero con otras personas e intentar borrar algunas de aquellas que hayan podido hacerme daño -decía hablando con la cabeza agachada y sin mirarme a los ojos- pero tan de cero quise empezar que no fui consciente de lo que podía perder y aquí si, encontré a gente pero, me encontraba sola y no pude ni puedo en estos momentos crecer como en principio pensaba que haría.
-¿Y que te pasa ahora? dime -le interrumpí viendo que se le hacía un nudo en la garganta del que no se podía librar-
-Quisiera pedirte una cosa -levanto la cabeza y me miro fijamente-
-Adelante
-Quisiera dejar la viviendo en donde estoy viviendo e irme contigo a vivir a ese piso que se que compartes con 2 chicos -volvió a bajar la cabeza-
Mi cara era un poema, en el se podía leer cientos de miles de cosas, ¿qué contestaba a eso? ¿una más? En esos momentos me sonó el teléfono era mi queridísima número 'pi', no quería contestar, aquello me parecía de mayor importancia y colgué.
-No se que decirte Lourdes
-Si no quieres lo entiendo Marta, se que te estoy pidiendo algo comprometido decía sin despegar su mirada de la taza del café y la mesa de aquella Cafetería
-Mira que hora es, hacemos una cosa te apunto en este papel mi número de teléfono me lo pienso, lo pongo en común con mis compañeros y lo hablamos.
Ella se levantó y se dirigió al aseo, en ese momento volvió a sonarme el teléfono volvía a ser número 'pi', quería que apareciera urgentemente en el piso, allí le deje el papel con mi móvil y una posdata.
Anímate a comentar este capitulo con el hashtag: #EEC11
@LaaCortes










